La bota de vino es una vasija de piel para contener todo tipo de líquidos. Se trata de un recipiente ligero, flexible, realizado en piel de cabra, piel muy resistente y manejable para su confección, ha supuesto un utensilio muy apreciado para todas las civilizaciones y como dicen algunos puede ser tan antiguo como el «homo sapiens».
Las botas las podemos encontrar en diferentes modelos, los más comunes son la forma recta y la curva. Ambas confeccionadas en piel de cabra e impermeable de resina de pino (pez) son las auténticas botas tradicionales.
La bota de vino durante el paso del tiempo ha ido sufriendo adaptaciones, al principio de los tiempos no era tal y como la conocemos, eran pellejos u odres los que se confeccionaban de pieles completas, tenían gran tamaño y podían contener hasta 120 litros. Idóneos para el transporte de líquidos en caballerías y barcos, al ser más flexibles y resistes que las vasijas de barro o vidrio. Los pellejos se utilizaban para transportar agua, miel, aceites, vino.
La bota era imprescindible en la alforja o zurrón, acompañando en las largas jornadas trabajadores y pastores. Cuando se juntaban con otras personas compartían unos tragos de vino de sus respectivas botas, mientras charlaban y reponían fuerzas.
«En la Grecia antigua, los mejores poetas eran premiados con un odre lleno de vino»
Las botas de vino en el siglo XXI nos siguen acompañando en nuestras salidas al campo, senderismo, caza, deportes de esquí, montaña, viajes, toros, fútbol, fiestas, comidas al aire libre y en nuestra casa, acompañándote hasta donde tú quieras siendo una buena sustituta de los botes de aluminio, botellas de plástico y demás vasijas contaminantes.